sábado, 21 de agosto de 2010

Árabes y los EE.UU: efímeras ilusiones


A partir del memorable discurso que el presidente Barack Hussein Obama pronunció en la Universidad del Cairo en junio de 2009, parecía que se abría una nueva relación entre los Estados Unidos y los pueblos árabes y musulmanes. En dicha ocasión, el carismático presidente se refirió a un “nuevo comienzo” en la relación, que implicaba respeto y disposición al diálogo. Obama afirmó que los EE.UU. “no estaban en guerra con el Islam”, pidió poner fin a la hostilidad mutua de los últimos años y reconoció “que la situación del pueblo palestino era intolerable” (1). Además, ordenó el cierre de la base de Guantánamo, nombró a un árabe-norteamericano (George Mitchell) como su enviado especial a Medio Oriente, dio su primera entrevista televisiva a una cadena árabe (Al-Arabiyya), y se unió a la iniciativa de Diálogo de Civilizaciones, patrocinada por el Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan. Esta retórica de buena voluntad generó cierta confianza entre los pueblos árabes. Hacia mediados del 2009 el 51% de los entrevistados por el Brookings Institute en seis países árabes (Egipto, Arabia Saudita, Marruecos, Jordania, Líbano y Emiratos Árabes) expresaba optimismo respecto a la política exterior de Obama.

Ganar los corazones y mentes de estos parecía ir por buen camino después de que factores como las invasiones a Irak y Afganistán, la retórica islamófoba de los dirigentes del Partido Republicano y el incondicional apoyo norteamericano a Israel, habían indispuesto dramáticamente a árabes y musulmanes contra las políticas de los EE.UU.

Un año después del “nuevo comienzo” prometido por Obama, las esperanzas de los árabes sobre un cambio en la política de EE.UU. hacia la región se han desvanecido. La última encuesta, dada a conocer por el Brookings Institute a principios de agosto, muestra que ahora sólo el 16% de los consultados expresa optimismo ante las políticas norteamericanas, mientras que un 63% muestra desánimo (2). El mismo Obama no aparece siquiera entre los doce líderes políticos más admirados en la región, entre quienes sí figuran personajes como Recep Tayyip Erdogan (20%), el presidente venezolano Hugo Chávez (13%), el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad (12%) y el Secretario General de Hezbollah, Hassan Nasrallah (9%).

Pero esto no es todo, la Administración Obama tampoco ha sido capaz de convencer a la opinión pública de estos países que la “principal amenaza” a la seguridad de la región es Irán y su programa nuclear. Ante la pregunta ¿cuáles dos países representan la mayor amenaza para usted?, el 88% considera que es Israel, 77% los EE.UU. y apenas un 10% ve a Irán como una amenaza. Además, una abrumadora mayoría en los seis países cree que la República Islámica tiene derecho a desarrollar un programa de energía nuclear y si hace un año sólo el 29% de los encuestados opinaba que la adquisición de armas nucleares por parte de Irán era “algo bueno para Medio Oriente”, en el 2010 quienes piensan así son el 57%.

¿A qué se debe este cambió dramático de opinión?. La “buena voluntad” de Obama simplemente no se ha sustentado en hechos concretos que convenzan a los pueblos árabes que los EE.UU. pueden ser un aliado confiable, ecuánime y comprometido con la justicia y la solución pacífica de los diversos conflictos de la región. Como lo revela la encuesta del 2010, el asunto que más decepción genera en cuanto a las políticas de los EE.UU., es el conflicto palestino-israelí: un 61% se siente decepcionado por la gestión de los EE.UU. en la consecución de una solución justa al conflicto. Pese a los ya incontables y cada vez más intrascendentes viajes del enviado especial del presidente, George Mitchell a la región, la Administración Obama no sólo no ha hecho ninguna contribución significativa para resucitar el proceso de paz, tampoco ha logrado impedir el avance de la colonización ilegal israelí en Cisjordania ni se ha diferenciado de los gobiernos republicanos, en su dependencia de grupos de presión pro-israelíes como el American Israel Public Affairs Committee, AIPAC, que se oponen a una paz justa con los palestinos.

Después del conflicto palestino-israelí el tema de Irak es el que genera más descontento (27%). Pese a que Obama ha prometido que las tropas norteamericanas dejarán Irak antes de diciembre de 2011 y que para finales de agosto de este año cesarán todas las operaciones de combate, para nadie es un secreto que la situación del país sigue siendo caótica y que la ocupación norteamericana ha dejado al país devastado, al punto de que las bajas civiles en Irak son aún más elevadas que en Afganistán, donde los EE.UU. libran una guerra (imposible de ganar) contra los talibanes.

Sin embargo, a pesar del desencanto con el gobierno de Obama, parece que los árabes siguen reconociendo el papel protagónico que tienen los EE.UU. en la consecución de la paz en la región. Cuando se pregunta “cuáles son las qué acciones que deberían llevar a cabo los EE.UU. en la región”, destacan la promoción de un acuerdo de paz entre palestinos e israelíes, el retiro de Irak, frenar la ayuda a Israel y el retiro de las tropas de Arabia Saudita, que es visto por algunos musulmanes como un sacrilegio.

Resulta también interesante la respuesta a la pregunta ¿en un mundo donde existe una única superpotencia, cuál país prefería que fuese dicha superpotencia?. El 36% señala a Francia, mientras que China, Alemania e Inglaterra reciben respectivamente el 15%, 12% y 9% respectivamente. Muy atrás se ubican los EE.UU. con apenas el 6%.

La encuesta constituye una importante llamada de atención para los tomadores de decisiones en Washington, aunque no hay indicios serios de que la Administración Obama pueda re-direccionar su política hacia Medio Oriente en consonancia con los deseos de la opinión pública en los países árabes. Esto simplemente no va a suceder, pues los poderosos intereses que sostienen el statu quo trascienden por mucho la seductora retórica y aparente buena voluntad de Obama.

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